Muchas veces me he preguntado cómo será mi hija en el futuro. Cómo se las apañará dentro de 15 años, cuando sea una joven más, disfrute de su cuadrilla de amigos y amigas y vaya asumiendo la cesión de responsabilidades que merece por parte de la sociedad.
¿Seguirá estudiando? ¿Tendrá un trabajo? ¿Viajará sola en el tranvía? ¿Hasta dónde será capaz de valerse por sí misma?
Ahora mismo carezco de respuestas, aunque creo conocer parte de la fórmula mágica para hacer posible que mi hija sea lo más autosuficiente posible: lo que Leire será mañana dependerá de lo que hoy le dejemos ser. Dicho de otra manera: debemos soltar amarras.